María José Romero
Serie “Infarto»
“Aunque esta herida duela como dos aunque te busque y no te encuentre y aunque la noche pase y yo te tenga y no.”
(Extracto del Poema Corazón Coraza de Mario Benedetti)
Para entender que hay mundo dentro del mundo hace falta el coraje de atravesar la coraza que los separa, transitar de un extremo al otro para adentrarse en una anatomía secreta en la que se descubre la eterna danza de Eros y Tánatos, un ciclo perpetuo de encuentro y desencuentro. La efervescencia surge al ver que estamos en el reflejo de nuestra propia imagen, también somos el cosmos que se construye de venas, pulsos, ritmos, vida, muerte y renacimiento. Cuando dos se encuentran, dos cosmos colisionan, hacen un pacto. En un torbellino de fuerza animal se desnudan, se funden en un latido. La sangre fluye como lava entre las venas, roja, contenida, profunda, ardiendo llena de vida. Bailan, rozan, susurran, tocan; sucede un primer temblor. Pulsan en un solo ritmo, coinciden inexorablemente en un mismo latido. Sin ningún aviso la brocha negra de Tánatos pinta una línea negra y deja escurrir el silencio entre ellos, anula el acuerdo. Se alejan trágicamente en un arrebato, se dispersan a través de sus sueños, se separan. El pulso baja. Uno busca el latido del otro en el universo y en cada pulsación anuncia su deseo de encontrarlo, pero falla. Y a pesar de que el silencio se impone, encuentra su propio latido. Su corazón coraza. Pedazos esparcidos por el universo; latiendo, anunciando su vida, sus ganas de vivir, de vivir realmente. Retorna como un fénix, aunque en su corazón permanece una cicatriz, como la memoria de un tiempo.
Serie «Roller Coaster Manhattan»
Serie “Germinal»
“Todo fluye”
Heráclito
Germinal, germen, semilla, origen, embrión, en ciernes, primigenio, célula, todo ello aflora y se abarca en este atractivo conjunto de pequeñas, diminutas y delicadas piezas pictóricas de María José Romero, sutil y profundo es el tratamiento que ella brinda a la gran temática de las múltiples génesis que la naturaleza ofrece con amplitud, sin dejar a un lado desde luego a la naturaleza humana. El tema central de esta serie es colocar en relieve a la suprema actividad de la naturaleza por recrearse y renovarse por medio de embriones que combinan dialécticamente tanto integración como desintegración, explosión e implosión. Llama la atención cómo esta veintena de obras de dimensiones minúsculas cercanas en promedio a los 15 x 60 cm fina y cuidadosamente trabajadas en acrílico con técnicas mixtas sobre madera, prácticamente acariciadas en su elaboración, den cabida a un universo pletórico de energía, a un campo infinito de fuerzas creativas y gestantes en continua reproducción de dimensiones intangibles. Las piezas invitan al observador a un diálogo íntimo, exclusivo, propio a interactuar y adentrarse en ellas, justo esa pequeña dimensión es la que las hace grandes. Como espectadores, las obras nos obligan a reducir nuestro cono de observación y acercarnos a ellas para crear un diálogo individual, generan una intriga magnética que nos conduce a una atmósfera casi metafísica de entrelazamientos de cuerpos vivos y energías atrayentes.
Lo anterior hace que sea un conjunto de obras de gran sensualidad, erotismo y candidez, muy característico de los gestos y trazos en el lenguaje visual y plástico expresado en las anteriores exposiciones y series de María José Romero, con la diferencia, en este caso, además del formato, de expresar en esencia un dinamismo perpetuo, un fluir permanente definido plásticamente por capas, veladuras, planos, membranas, pieles, gestos y profundidades que dejan entrever el misterio de los organismos vivos. Son paisajes o escenarios al interior de entes vitales que expresan un permanente fluir. Como si se tratase de una danza musical y sensual logran una grata experiencia estética que atiende y se dirige a territorios sensoriales y eróticos más que a los correspondientes a la razón.
Felipe Leal
CDMX, 2016
Nido
“El nido en mí muestra el trabajo de María José Romero desde una nueva perspectiva; la artista hace presente las inquietudes y cuestionamientos que ha abordado en el desarrollo de su obra, pero ahora desde la instalación y la escultura, dejando por un momento descansar al lienzo y a la pintura. Este momento particular de su trabajo llega tras el largo camino del autoconocimiento, la reflexión continua sobre las relaciones humanas y la asunción tanto de la vulnerabilidad que representa lo externo, como de la fortaleza que se logra al reconocer pensamientos y acciones como propios.
En la mayoría de sus piezas, la artista ha retozado sobre la idea del inconsciente y cómo este da paso a nuevos estadios que guían el comportamiento. Ha representado estas reflexiones a través de un entorno orgánico, principalmente basado en la botánica. Para El nido en mí, Romero cambia de ciencia y se enfoca ahora en uno de los elementos de la ornitología: el nido. Un espacio de autocuidado construido por las aves que así como el saber humano es un tejido y un proceso de aprendizaje. El nido es un acto aprendido y no un instinto de la aves, pese a lo que pudiera pensarse. Ambas son acciones que se perfeccionan al trabajarse y repetirse con los años. (…) María José Romero ha construido con esta obra un espacio simbólico para regurgitar ideas, reflexionar procesos, explorar nuevas maneras de hacer hogar y escucharse a sí misma.
Violeta Horcasitas
CDMX, 2019
Teorias complejas
“La reciente serie, Teorías complejas, de María José Romero, evidencia un proceso artístico que al asentarse gradualmente sobre múltiples lienzos, resulta en sintonía con lo desconocido. Es decir, pone en jaque los estatutos de códigos que pensamos tener asimilados mientras redefine sus propios parámetros. Al sobrepasar barreras reconocibles, estas pinturas favorecen impulsos en forma de gestos pictóricos que provocan trayectos caóticos e interconectados, o bien, que componen precisamente una serie de teorías complejas.
Esta exposición, la primera de dos partes, anuncia una aparente falta de formas reconocibles y de temática; en ella se lee resistencia y fugacidad. Las pinturas de Romero aquí presentadas, son tornados de ideas y contienen elementos semejantes a la caligrafía, visibles en el uso preciso del negro en medio de un contexto de trazos que en todo caso remiten al expresionismo de Kandinsky, o más recientemente, de Julie Mehretu. Las coreografías no estudiadas de María José Romero se asemejan a cadenas de movimientos atmosféricos que conforman las leyes del universo y que suceden, ya sea en la aparente conjetura del momento, o en la definición del instante mismo: en ese determinante espacio de libertad.
Teorías complejas es una investigación artística en constante construcción. Para aproximarse a estos espacios pictóricos, ya sea como patrones consecutivos o de manera individual, la artista recurre a la apertura implícita en los ritmos de lectura que hoy elegimos –y sobretodo– ante una multiplicidad de planos disponibles y superpuestos. En las variaciones que Romero sugiere entre lienzo y lienzo, hay un desarrollo evolutivo de la abstracción, donde ésta misma se va liberando de sí. A pesar de no ser tan distintas entre ellas, queda claro que algunas composiciones contienen más aire, más libertad, más velocidad e incluso, más suciedad. Como espectadores, hay que tomar distancia, de no ser así, nuestra prisionaria conciencia aniquilará la capacidad de reflexionar e intuir sobre la cadena impredecible de factores que superan el funcionamiento de las partes, a favor del resultado de un sistema donde se relacionen las composiciones entre sí.
Daniela Perez
Semillas
“(…) Craxis, palabra compuesta que significa ruptura o cóccix da nombre a la imagen seminal de la estación pictórica y, a partir de ahí, todo se articula en el transcurso de los títulos con la figura de la flor, el principio del eje rector y la lógica de la razón en una secuencia (Ratio) y, entre otros términos y enunciados, con la aventura de conocimiento y de rito.
La estación pudiera manifestar, en la sucesión que nos pone frente a cuadros autónomos, ensambles y piezas consteladas, algo así como una proposición capital: María José imagina un mecanismo sentimental en el que la vida de un núcleo de vida cohabita con las fuerzas representadas por las estructuras geometrizantes, para finalmente entrar en colisión, ¿armónica?, con el imperio de la materia inorganizada y aleatoria. El espectáculo resultante colinda con la sensación que nos proporciona la proximidad de lo misterioso.»
Erik Castillo
CDMX, 2008
maría josé romero
Ratio 4
Acrílico y carbón sobre tela
150 x 150 cm, 2008
