trayectoria

Víctor Fosado
Ciudad de México, 1931

“Victor Fosado, formado familiarmente en el conocimiento del hallazgo, vive sus pasiones de orfebre, de artista, de etnógrafo, aplicándose, al crear cada objeto, a la combinación más sabia y rigurosa de las formas sorpresivas”.
Carlos Monsiváis

La herencia cultural de Victor Fosado es indisociable de su patrimonio familiar y del entorno en el cual creció. Atento, respetuoso y humilde conocedor de las artes y las tradiciones populares, absorbe lo mucho y más de éstos campos artísticos con la perspectiva y la curiosidad que le son naturales y bajo la experta y amorosa guía de sus padres que se cercioraban, en la inquietud del joven, del hombre cabal y derecho que sabría por su México, el camino a seguir.

Estudioso y curioso, “icono de la artesanía mexicana” (dixit Helen Escobedo),el eclecticismo atípico de su formación no es más que el reflejo de un joven aventurero con una sed insaciable de descubrimientos y enseñanzas. Exploraría todos los campos del arte haciendo de la creatividad el hilo conductor que lo llevaría a moverse entre ellas, como una sola, con certero oficio y vocación. La versatilidad de sus estudios lo llevaron a comentar en alguna ocasión que eran “una combinación ideal que me inspiran en el fondo el arte prehispánico, la mitología mexicana y el arte popular contemporáneo sin dejar atrás los movimientos culturales modernos en México».

Como charro, bueno y estudiado; del club del automóvil antiguo su gran entusiasta; machete en mano capaz de llegar a las comunidades mas apartadas registrando información, de primera mano, para los anales del Instituto de Antropología y del Museo Nacional de Artes e Industrias Populares. También versado era en el oficio actoral; teatro y cine fueron escenarios en los que desarrolló su creatividad como diseñador, escenógrafo y ambientador. Musicalizó obras de teatro y espectáculos de su autoría así como películas con instrumentos indígenas y precolombinos que le ganaron un Ariel.

Polifacético e inquieto abrió el “Café las Musas” en la zona gris, como así lo refería, en la calle de Filomeno Mata, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Ahí la vanguardia del arte encontró foro para sus talentos y visiones en toda expresión, artística y social. Para el año 1975 dejaba atrás, satisfecho, la labor compendiada. Artesanos y gente de bien de nuestro pueblo aprobaban, con ánimo incondicional, su reputación de hombre cabal, promotor de oficios en el arte popular, investigador y consumado amigo. Cambió su vestimenta de piel negra y capa por paliacate y bermudas para hacerse a la mar allá en Cancún a donde a los 44 años de edad llega, por invitación del gobierno municipal y el FONATUR, a dar forma, dirección y contenido a lo que serían las actividades artesanales, artísticas y culturales de la naciente ciudad. Su labor continuó, hacia todas latitudes; viajaría incansable llevando de su tierra el color, la forma, la textura, las viandas, y con el viento de sus flautas y ocarinas llegaría con el latir de sus teponaxtles a versados recintos y centros culturales atrayendo la atención de Juan José Gurrola, Antonio Zepeda quienes fortaleció diferentes proyectos convirtiéndose en un importante referente en Jorge Reyes y otros.

Su compenetración y compromiso con el pueblo indígena se haría evidente en diversas publicaciones, museos y exposiciones itinerantes, donde las habilidades imaginativas y creadoras de los artesanos mexicanos liberaban de su entorno, objetos de bien e inspiración fastuosa. Victor y su padre eran un impulsores para muchos artesanos, les enseñaba técnicas y promovían sus trabajos. Por ejemplo, cuando se abrió el Museo Nacional de Artes e Industrias Populares, los Fosado insinuaron el adorno a la manera de los árboles de Matamoros, y les enseño la técnica de la encaustica, lo que cobró un éxito inmediato en los Arboles de Vida de la familia Soteno, y arraigó hasta la fecha la tradicional alfarera de Metepec. Victor Fosado sembró en él mismo y en numerosos artesanos el gusto por el arte popular, por las tradiciones mexicanas. Su imaginación lo llevarán también a rescatar y preservar.

Roberto Ruiz, gran artesano de las miniaturas, nos comenta al respecto: “nuestro gran Victor sigue con nosotros, porque sembró semillas de amistad que siguen fructificando en la gran cantidad de amigos que él hizo y que lo seguiremos recordando por tiempo indefinido”. Las ofrendas de muertos, y en ocasión especial las momias de Guanajuato, llegarían a tierras tan lejanas como el Japón, donde causaron sensación. Así Don Victor de pueblo en pueblo y desde cualquiera de ellos, hasta su otro extremo, llevaría en su corazón de amigo, con mensaje y promoción, los arraigos y las querencias de la raza de bronce que como bien decía, es inmune hasta la muerte misma.

Sería imposible reseñar el trabajo de Victor Fosado en un solo campo, sin embargo, la parte más visible del pináculo Fosado siempre ha sido su joyería, sus esculturas portantes que grandes figuras portaron y admiraron como Frida Kahlo, Mario Félix, Mercedes Iturbe, Ana Torroja… obteniendo numerosos premios y homenajeado con cuatro grandes exposiciones retrospectivas por la Galería Aristos de la UNAM, el Museo Franz Mayer, el Museo del INAH Cancún y El Museo Guillermo Spratling de Taxco. Esther Echeverría lo consideraba “un mago capaz de convertir un guijarro en una piedra preciosa, y a las piedras preciosas en poesía”.

Su herencia cultural está más viva que nunca; basta con percibir la interdisciplinaridad que impera en los círculos culturales actuales para darse cuenta que figuras como la de Fosado, al igual que las de Alejandro Jodorowsky, Juan José Gurrola, entre otras, no podían limitarse a unas pocas disciplinas artísticas. Representaron, sobre todo durante las décadas de los sesentas e inicio de las setentas un semillero avant-garde de una enorme fecundidad. Adelantados en su tiempo, relacionaban conocimientos procedentes de campos diversos, tomando en cuenta constantemente las implicaciones sociales de sus acciones, contribuyendo así a una cultura más integrada y más relacionada. No hay mejor precepto para las nuevas generaciones, que la floración de ideas y nuevos paradigmas culturales, plasmados en búsquedas novedosas.

Victor Fosado es un ejemplo atípico, anticonformista, “eterno en el placer de la creación”, como se expresaba Juan José Gurrola de su amigo. Añadía: “Cortés, prudente, fiel a la amistad, con la justa distancia de la nobleza indígena, sobresalía de desde su mirada como faro en la niebla mirando hacia el horizonte, zigzagueando a los ladinos y construyendo realidades factibles, concretas e imaginativas (…) Llevaba encima una aristocracia inédita. No sólo en sus dedos llenos de anillos, ni en la magnificencia de sus creaciones en la joyería más sofisticada que he visto, sino en su vida diaria.”

La exposición “Con mil diablos a caballo” es el resultado de más de dos años de investigación y catalogación del Archivo familiar de Victor Fosado, resguardado en su casi integralidad en Cancún. Abarca temáticas muy diversas: artes populares, orfebrería, pintura, escultura, diseño, música, artes escénicas, cine… y representativas de su quehacer artístico, teniendo especial énfasis la de su curiosidad sin limites y su cercanía con los artistas, su generosidad y su trato tan sencillo hicieron de él un incansable promotor cultural. La muestra no pretende ser una revisión histórica o biográfica per sé del artista, sino un ejercicio libre, una constelación de proyectos clasificados por grandes familias artísticas.

 

Julien Cuisset y Victor Fosado III
Ciudad de México, septiembre 2016.

exposiciones individuales

con mil diablos a caballo
víctor fosado
museo de arte carrillo gil
méxico d.f.
21.10.2016 – 08.01.2017

mil diablos a caballo
victor fosado
mmapo
cuernavaca morelos, méxico
24.06 – 29.10.2017

publicaciones

Víctor Fosado. Con mil diablos a caballo
Coordinación y Cuidador Editorial: José Valtierra
Diseño: Alejandro Magallanes / Ana Laura Alba Barceinas
Gobierno del Estado de Morelos
Secretaría de Cultura de Morelos
ISBN: 978-607-9358-76-1