La galería Le Laboratoire se complace en presentar Sin señal (nubes negras), cuarta exposición individual del artista mexicano Roberto Turnbull en sus instalaciones. La exposición consta de obras recientes (pinturas, mixtas sobre papel, grabados y fotografías), la mayoría realizadas durante el periodo de confinamiento.
El aire y los sueños
Ensayo sobre la imaginación del movimiento, 1943.
Queremos siempre que la imaginación sea la facultad de formar imágenes. Y es más bien la facultad de deformar las imágenes suministradas por la percepción, y sobre todo, la facultad de librarnos de las imágenes primeras, de cambiar las imágenes.
Si no hay un cambio de imágenes, unión inesperada de imágenes, no hay imaginación, no hay acción imaginante. Si una imagen presente no hace pensar en una imagen ausente, si una imagen ocasional no determina una provisión de imágenes aberrantes, una explosión de imágenes, no hay imaginación. Hay percepción, recuerdo de una percepción, memoria familiar, habito de los colores y de las formas. El vocablo fundamental que corresponde a la imaginación no es imagen, es imaginario. El valor de una imagen se mide por la extensión de su aureola imaginaria. Gracias a lo imaginario, la imaginación es esencialmente abierta, evasiva.
A la inversa, una imagen que abandona su principio imaginario y se fija en una forma definitiva adquiere poco los caracteres de la percepción presente. Muy pronto, en vez de hacernos soñar y hablar, nos hace actuar. Esto equivale a decir que una imagen estable y acabada corta las alas de la imaginación.
(…) El soñador va a la deriva. Al verdadero poeta no le satisface esta imaginación evasiva. Quiere que la imaginación sea un viaje. Cada poeta nos debe, pues, su invitación al viaje. (…) El autentico viaje de la imaginación es el viaje al pais de lo imaginario, al dominio mismo de éste. Ahora bien, lo que queremos es en verdad la inmanencia de lo imaginario a lo real, es el trayecto continuo de lo real a lo imaginario.
(…) Si pudieran multiplicarse las experiencias de transformaciones de imágenes, se entendería en toda su profundidad la observación de Benjamin Fondance (Faux traité d´esthétique): Primeramente el objeto no es real, sino un buen conductor de lo real.”
El objeto poético, debidamente dinamizado por un nombre pletórico de ecos, será, según nosotros, un buen conductor del psiquismo imaginante. Para esta conducción hay que llamar al objeto poético por su nombre, su viejo nombre, dandole su justo numero sonoro, rodeándolo de los resonadores a los que va a hacer hablar, de los adjetivos que prolongarán su cadencia, su vida temporal.
¿Acaso no dijo Rilke (Cuadernos de Malte Laurids Brigge): “Para escribir un solo verso, hay que haber visto muchas ciudades, hombres y cosas, hay que conocer los animales, sentir como vuelan los pájaros y saber qué movimiento hacen las florecillas al abrirse por la mañana”?
Cada objeto contemplado, cada gran nombre murmurado, son el punto de partida de un ensueño y de un verso, son un movimiento lingüístico creador.
Gaston Bachelard
“Siempre me llamó la atención de su trabajo cierto desenfado, casi abiertamente opuesto al virtuosismo y al preciosismo, así como la libertad que le permite moverse de la gráfica a la escultura, de la pintura al ensamblaje, sin los prejuicios disciplinarios que ocasionalmente brillan en algunos argumentos que pretenden pureza o gremialidad intocables; este equilibrio orgánico ha proporcionado a Turnbull un compás análogo a los movimientos del tal chi y tal vez por esa misma razón ha sido difícil insertar su obra en algún taxón definido del arte reciente de México. (… Pienso que la obra de Roberto Turnbull es un ejercicio de comprensión del universo, en el que, al modo hilozoísta, se puede pensar que todo lo que existe está vivo: los animales, los muebles, los montes, las piedras, las plantas y los cadáveres; si no, al menos que todas las cosas tienen una historia. Pareciera que Turnbull trata de establecer vínculos entre esas historias, generando imágenes en las que se presentan las relaciones entre cosas, en una geometría caprichosa. (…) La obra en su conjunto es como un catálogo, como un repaso de esa cosmovisión, en la que todo cabe, sin excepciones. Por eso se hace indispensable para Turnbull el salto de un campo a otro, en el que tal vez más importante que la diferencias entre lo tridimensional y lo plano, es la oposición entre lo que se puede representar y lo que es pura abstracción.
La recuperación de materiales de desecho no pretende incurrir en lugares comunes acerca de sus anecdóticas características, sino que busca señalar la cosidad real de las cosas en relación con la voluntad representacional, con la capacidad de hacer imágenes; así, lo que hay enfrente del espectador es eso: una cosa, ya sea una pintura, una escultura, un dibujo o un ensamblaje. En esa sinceridad concreta, las cosas entre sí dialogan y reconfigurarse recomidos, reorganizaciones de la realidad, subrayando el aspecto fragmentario e indigente de nuestra percepción de la realidad. Entonces nos encontramos frente a un diálogo interno, en el que tal vez los elementos que componen una obra en realidad nos observan -espiando-: nos componen, nos inventan y finalmente, nos incluyen en esa relación, en ese recuento, ese inventario de cosas improbables, magnificas, fantásticas, nimias, grandilocuentes, cotidianas, severas, anfibias, especulativas y contradictorias. Puro equilibrio.»
Abraham Cruzvillegas
“Una manera de pintar en el presente y desafiar el carácter osteoporósico de la pintura de todos los tiempos, siempre la amenaza del academismo, es verla como un walkie-talkie en banda abierta a medio camino entre el museo y el zocato de la ciudad.
Este perpetuo estado de flujo salvaje en la obra de Roberto refleja cambios orgánicos en el individuo mientras pone el dedo en el pulso del inconsciente colectivo y aplasta una vara que mide la grandeza eréctil de los antepasados: Brancusi, Jimi Hendrix, Picasso, Miles Davis, Martin Kippenberger, Janis Joplin, Las Carnitas Más Sabrosas Del Mundo, el puerco, Chet Baker, el alacrán y azadón.”
José Luis Sánchez Rull
“Por qué fragmentar la representación de cuerpos de humanos, de animales, de objetos diversos y volúmenes geométricos ? ¿ Por qué desechar las perspectivas convencionales para conjuntar personajes y cosas que no responden a una lógica previsible ? ¿ Por qué pasar de imágenes nítidas a a metamorfosis desconcertantes ? Por qué transitar de la sensatez a lo absurdo, de lo pedestre a lo sublime, del drama entre individuos a la confrontación de formas abstractas ? Todo ello responde a la certidumbre de Turnbull para alcanzar metáforas visuales que den forma a los cambiantes descubrimientos de su propia subjetividad.
(…) Indiferentes a la posibilidad de ser calificado de ecléctico, concibió un programa a mediano plazo sustentado en dos atributos principales: un geometrismo que bordeara la nueva abstracción o el minimal, y un cromatismo desligado de todas las restricciones vanguardistas. Ni gestualidad ni lirismo. La composición se concentra en distribuir cuadrados y rectángulos de colores contrastados y peculiares sobre un plano neutro, en ocasiones levemente texturado. En los cuadrados, los rectángulos y las escuadras no hay gradaciones tonales, aunque se permiten algunas matizaciones, redes, dibujos o superposiciones que individualizan cada una de las obras.“
Raquel Tibol
“Roberto Turnbull es un artista que, más que persistir en la búsqueda de un estilo que lo defina, parece hacer tabula rasa de su trayectoria una y otra vez para lanzarse al vacío en una exploración sin objetivos predeterminados. (…) En Turnbull hayan inclinación por alejarse de lo que ya ha adquirido por aceptación y por poner a prueba la sensibilidad del espectador. Esta actitud se fundamenta en un ejercicio irrestricto de la libertad, en el que hay amplio márgenes para el azar, la intuición e incluso la arbitrariedad ; implica también una intención iconoclasta que se regocija en contravenir los convencionalismos y consensos del gremio.
(…) La elección de su repertorio de temas, procedimientos y materiales se inclina por lo que ha perdido su lustre, pero que, a cambio, posee el aura de dignidad que le ha impreso el uso al que ha estado sometido. En este sentido, las ásperas imágenes creadas por Turnbull contienen una carga de emotividad proveniente de una actitud empática que lo mueve a rescatar a estos modestos seres previamente lanzados por el azar a una existencia a la deriva.»
Carlos Ashida