pinoCabeza

 pinoTitulo

El edificio que alberga al Museo de la Ciudad de México está físicamente marcado por el tiempo, por la historia. Estas marcas han ido acumulándose desde el remoto pasado colonial del edificio hasta las que dejó el trabajo de desmontaje de la más reciente exposición. Las huellas de este devenir se presentan en forma de cascajo, remanentes y fragmentos sin valor aparente. Es a partir de estos vestigios, restos y fragmentos, que la artista Perla Krauze decidió intervenir la planta baja del museo, para restituirles su sentido de huellas y así apropiarse de este espacio en continuo cambio.

 

  • 2012_01E01
  • 2012_01E02
  • 2012_01E03
  • 2012_01E04
  • 2012_01E05
  • 2012_01E06
  • 2012_01E07

 

El paso del tiempo se refleja en cada una de las acciones que realizamos, de ahí la necesidad de contar con memorias que expliquen el devenir histórico, pues permiten explorar de manera exacta las huellas y estampas que se han asentado a lo largo del tiempo, indicó Elena Cepeda de León, Secretaria de Cultura del Distrito Federal al inaugurar la exposición Pino Suárez no. 30: Intervención y Memoria, de la artista mexicana Perla Krauze.

Ubicada en la planta baja del Museo de la Ciudad de México, esta intervención permitirá al público mirar de otra manera las huellas que ha dejado el tiempo en este edificio, pues expone el devenir en forma de cascajo, sobras y fragmentos sin valor aparente, para revalorar el espacio donde se han presentado los mejores artistas plásticos contemporáneos, sostuvo la titular de Cultura.

Es a partir de estos vestigios, restos y fragmentos, que la artista decidió intervenir el antiguo Palacio de los Condes de Santiago de Calimaya, ejemplo notable de arquitectura barroca del siglo XVII, indicó Cepeda de León.

Perla Krauze, añadió, nos comparte su disección arquitectónica, dota de sentido a varillas, materiales de desecho, piedra, madera, restos de exposiciones anteriores y a todo aquello que la actividad práctica ha dejado de lado, le confiere un valor estético nuevo. Investiga las dualidades y contradicciones entre lo racional e intuitivo, entre lo permanente y precario, entre lo natural y artificial, o entre lo terrenal y espiritual.

“Habla del tiempo y la memoria, de la fascinación por las arquitecturas anónimas, hijas de la necesidad en un momento de crisis. Podría decirse que esta obra habla de la incertidumbre como tal, y del sentimiento de colapso de la cohesión social. Un sentimiento que parece propagarse”.

Por su parte, Perla Krauze explicó que el objetivo de este trabajo es mostrar la importancia que estas marcas han dejado acumuladas desde el remoto pasado colonial, hasta las que dejaron los recientes trabajos de desmontaje de la última exposición.

Además dialoga con un barrio urbano en específico, el Centro Histórico, un universo público siempre cambiante y lleno de vida, donde la multitud de comercios ambulantes y regulares parece acoger todo lo humano fragmentado y catalogado en pequeñas piezas de diversos materiales. Siendo intensamente colectivo, el Centro Histórico está sin embargo sujeto a la apropiación más íntima por parte de cada individuo atento.

Cabe señalar que el trabajo de la artista seguirá desarrollándose y cambiando después de la inauguración, mientras la pieza siga abierta al público.

Con la exposición Pino Suárez no. 30: Intervención y Memoria, se continúa con la exploración anatómica de los edificios y de quienes los habitamos, ya que refleja una perspectiva en la que el aire o el agua y el tiempo y la vida cotidiana, tienen tanta importancia como la piedra, el vidrio o el acero.